Gobierno Autónomo de la Nación Originaria
Entrevista a Flora Mamani Felipe Lanqsñi Paqh Mä EPh
—Tejedoras. ¿Quién es Flora Mamani? Por favor, cuéntenos brevemente acerca de usted, de su trayectoria personal, profesional y política.
—Flora Mamani. Soy Lanqśñi Paqh Mä Eph (anteriormente el cargo se denominaba Alcaldesa) del pueblo milenario Uru Chipaya, que conforma los cuatro ayllus: Aranzaya, Manazaya, Wistrullani y Ayparawi. Me formé académicamente como técnico medio en turismo y trabajé en este rubro durante cinco años ad honorem en mi pueblo, con la Gobernación; posteriormente obtuvimos la personería jurídica para realizar turismo comunitario.
Soy madre de cinco hijos, el mayor está estudiando en la universidad, tres aún están en el colegio y mi pequeña tiene dos añitos. Por el cargo que ejerzo, a mi niña le dejo al cuidado de mi cuñada.
—¿Qué le motivó a participar en política?
—Antes de tomar la decisión de ingresar a la política emprendí un negocio, tenía la empresa de turismo Trans. Uru Chipaya, debido a que antes no había acceso fluido de transporte a Uru Chipaya. Con el tiempo ingresaron camiones y buses; pero no existía mayor acceso de movilidad, fue entonces cuando empecé mi emprendimiento, adquirí tres minibuses para que la gente pueda ingresar a la comunidad. Las personas llegaron a conocerme mejor porque trabajaba directamente con mi pueblo, lo que me permitió ganar su confianza. Me decían que debería postular como Alcaldesa, la idea me gustó; pero el machismo me impedía tomar una decisión. Finalmente, acepté el reto.
—¿Cuál fue su trayectoria para obtener el cargo que actualmente ocupa?
—Antes de ser concejala y alcaldesa fui presidenta de turismo, organicé a la comunidad y socialicé nuestra cultura para atraer turistas, ya que anteriormente era un delito que visitantes extranjeros ingresaran; no les permitían entrar. Sin embargo, logré hacerles entender que nuestra cultura es rica, que nosotros mantenemos nuestro idioma, nuestra vestimenta y que debemos compartir nuestras vivencias, les decía: “No podemos encerrarnos y ocultar lo que somos”.
Como dije anteriormente, trabajé por mi comunidad y reconocieron el trabajo que hice por el bienestar del pueblo. Realizamos la elección de autoridades por usos y costumbres a través del muyu2 y justamente le tocaba al lugar donde pertenezco, entonces fui elegida como concejala, actualmente se denomina Laymis Parla3. Posteriormente me dijeron que tendría que postularme como Alcaldesa; para esta elección lo hacen por ternas ante los cuatro ayllus y de esa terna tiene que salir uno, nuestro estatuto establece la equidad de género chacha-warmi, es decir, hombre-mujer.
En ese momento mi esposo me apoyó, a pesar de que tenía mi bebita de tres meses de nacida. Me sentía motivada por la confianza que mi comunidad tenía hacia mi persona, fui al Chawkh Parla4 y en frente de los cuatro ayllus dije: “Acato la decisión de ustedes, si quieren que yo vaya voy a ir adelante; si ustedes me dicen que no, voy a dar el paso al costado y que vayan nomás los otros”. Tenía ese temor del machismo y más aún porque tenía mi pequeña bebita. Luego se reunieron en el salón rojo los cuatro ayllus y me eligieron para que vaya como Alcaldesa, ahí también me comprometí a trabajar por mi pueblo y recibí las recomendaciones de la máxima autoridad, como del Alcalde saliente y de las Rëph rët’allas para trabajar por el bienestar del pueblo.
—¿Su familia (pareja, hijos, madre, padre, entre otros) le apoyó para postular y asumir el cargo?
—Para una mujer es difícil ser madre y autoridad al mismo tiempo. Por una parte, mis hijos al ver que sufría acoso me decían: “Mamá, ¿todos esos insultos y críticas recibes? Sal de ese cargo de autoridad, renuncia”. Por otro lado, recibí apoyo de mis concejalas, me alentaron para seguir desempeñando mi cargo. Me dijeron: “Hermana no te tienes que rendir, si vas a renunciar todas las mujeres quedaremos abandonadas”, esas palabras realmente fueron mi aliciente y mi fortaleza. También me decían: “¡Tú puedes!, si antes de ser autoridad trabajabas ad honorem, ¿por qué ahora no puedes trabajar para el pueblo ahora que el Estado retribuye tu trabajo?”.
Pero mi familia me decía: “¿Por qué estás ahí escuchando las críticas?, a tus espaldas hablan de todo, deberías renunciar, cada vez nosotros escuchamos todo lo mal que hablan de ti y también estamos sufriendo violencia psicológica”. Me decían que cuando deje el cargo recién la gente dejará de hablar de mí.
Esta situación me tenía confundida, había momentos en los que pensaba renunciar porque mi madre, mi cuñada, mis hijos lloraban; pero por otra parte me daban palabras de ánimo, me decían: “Tienes que salir adelante, pase lo que pase tienes que seguir”.
Me sentí fortalecida cuando mi esposo me apoyaba y mis técnicos me decían: “Hay que denunciar”; pero no se podía porque había mucho machismo. Mis técnicos también fueron víctimas de atropellos, al igual que la asesora, el director administrativo. Tengo un audio de una abogada que me dijo: “Hermana, ¡renuncia!, es feo ganar responsabilidad, no te valoran ni te dan críticas constructivas, todo es destructivo”. También me dijeron: “Si tú vas a renunciar, nosotros también vamos a renunciar”. Sin embargo, las concejalas dijeron: “Todos se van a reír, van a decir que las mujeres no tenemos la capacidad de gobernar y solo sabemos renunciar; más bien ponte fuerte y nosotras te vamos a apoyar, nunca hables de renunciar”. Con esa fuerza decidí seguir en mi cargo, fue muy complicado trabajar con los ayllus. Me enteré de que existen dos cartas donde algunas personas de mi comunidad piden renuncia.
Últimamente hubo una fuerte presión para que gestione proyectos ante el gobierno central: “Dicen que solo te haces utilizar con el Presidente, ¿qué proyectos nos está dando? El Presidente no nos apoya, en vano dicen que somos pueblos indígenas; ¿pero en qué nos están apoyando?”. Incluso me prohibieron viajar a La Paz.
No entendía por qué las autoridades y las comunidades se portaban así. Después de investigar, descubrí que era por comentarios del mismo diputado, quien se reunía con las autoridades y hablaba en mi contra. Mis concejalas me dijeron que debíamos tener mucho cuidado, yo siempre estuve al lado del Presidente; pero eso se consideraba delito y no entendía por qué. Entonces hablé con mis autoridades para explicarles que no había hecho nada malo, les pregunté qué estaba pasando. En esa ocasión dije: “El que nada debe, nada teme. Yo no estoy robando al pueblo, robar sería vergüenza para mí; más bien hagamos gestión”, argumenté. Así seguí adelante, aunque mis hijos fueron los más afectados.
—¿Qué expectativas tenía cuando fue elegida para el cargo que ocupa?
—Cuando ingresé al cargo decía: “Voy a gestionar todas las necesidades que tiene el pueblo”. Por ejemplo, el ayllu Ayparavi, distante a 21 kilómetros, no tenía camino; el río Lauca se desbordaba y la población no podía transitar uno o dos meses al año, eso ocurría todos los años y no salían de su comunidad en esa temporada, (entonces) lo primero que pensé fue en gestionar un puente y un camino para mis hermanos. Asimismo, solo se contaba con un centro de salud construido en 1997, mi objetivo fue gestionarlo para que tenga internación y laboratorio. Logré hacer gestión ante el gobierno central, ellos nos otorgaron máquinas de rayos X y un equipo de ecografía, sin embargo, no había ambiente adecuado para instalar y hacer funcionar los equipos. También tenía en mente gestionar caminos, alcantarillado, agua potable para que la población tenga mejor calidad de vida.
—¿Actualmente se cumplen esas expectativas y objetivos?
—Estoy cumpliendo todo lo que había planificado, a pesar de tener escasos recursos. Mi sueldo es de Bs 2.618 y mis concejales reciben Bs 1.900, menos que el salario mínimo nacional.
—Durante su experiencia como lideresa, dirigente y autoridad, ¿cuáles fueron los logros más importantes que su persona impulsó para el pueblo y la organización que representa?
—Otro logro importante es la construcción del Centro de Educación Alternativa de Ayparavi, anteriormente solo era una infraestructura; pero ahora se gestionó para que concluya la obra, como en ninguna gestión se está avanzando. Por otra parte, estoy consiguiendo dos proyectos más, esto no hubiese sido posible sin el apoyo del presidente Arce. Me siento orgullosa de ser una autoridad mujer y de conseguir proyectos que van en beneficio de mi pueblo.
—¿Recibió algún tipo de presión, hostigamiento, amenaza u otro tipo de agresión?
—Sí, incluso fui víctima de agresiones físicas y psicológicas por parte de un diputado que representa a nuestro pueblo. Él, cada vez que se reúne con las autoridades del pueblo, les pone en mi contra y tergiversa la información para hacerme quedar mal ante la población. Debo reconocer que hay otros hermanos diputados y asambleístas de otros pueblos que me brindan su apoyo. Actualmente sigo sufriendo acoso; pero no como el primer año de gestión 2022.
Pedí garantías para no ser víctima de violencia, porque durante los cinco años que trabajé ad honorem presencié mucha violencia. Cuando asumí el cargo la situación era muy diferente, permanecía el machismo, no aceptaban que una mujer gobernara, las mismas autoridades rechazaban esa situación. Sufrí mucha violencia psicológica, política y también física de parte de las autoridades, mis hijos también sufrieron al ver eso.
La gestión 2022 fue difícil para mí; pero muchas mujeres me decían: “Tienes que seguir, nunca tienes que renunciar”. Dentro de mi ayllu tenía mi contrincante que decía: “No va a poder, no ha estudiado”. Tal vez no sabía que yo había estudiado; pero decía que no iba a poder gobernar y eso bajó mi autoestima.
—¿Qué leyes y medidas administrativas conoce contra el acoso y violencia política hacia las mujeres?
—Conozco muy poco sobre las leyes porque a veces no hay tiempo para leerlas, sin embargo, asistí a algunos talleres. Si bien existen leyes que protegen a la mujer, cuando se hace una denuncia pareciera que eso fuese un delito y cuando se toma la decisión de presentar una acusación por acoso y violencia la gente nos intimida, nos amenaza, nos persigue, también lo hacen con nuestra familia y nuestros hijos; esta situación nos impide delatar a nuestros agresores. Personalmente, no presenté una denuncia cuando fui agredida físicamente, por temor a que me persigan, a mí y a mis hijos.
—¿Al interior del Gobierno Autónomo de la Nación Originaria Uru Chipaya existe algún mecanismo de prevención o atención para casos de acoso y violencia política?
—No, no existe. La población dice que como gobierno autónomo indígena estamos peor, que era mejor cuando éramos municipio. Siempre se reclamó eso: “No deberíamos ser gobiernos indígenas, deberíamos seguir como municipio”, dicen y relatan que cuando era municipio manejaban y se hacía lo que las autoridades electas decidían; pero ahora, en este caso, ni la Mä Eph (madre-padre) ni los concejales pueden decidir; el pueblo tiene que decidir, pareciera que están disconformes con esta nueva forma de elección. El estatuto establece que nosotros tenemos que regirnos por nuestros usos y costumbres, normas y procedimientos propios.
—¿Vio o le comentaron que hostigaron o forzaron a que una autoridad mujer cambie de opinión a la hora de tomar determinada decisión?
—En lo personal, cuando tengo que tomar una decisión no me dejan, me obstaculizan, siempre están reclamando: “Aquí tú no mandas, el pueblo es el que manda”, me dicen. Tampoco pueden demostrar dónde dice eso, sin embargo, el estatuto establece que debemos regirnos por nuestras normas y procedimientos propios, eso nomás hablan ellos.
Nuestras autoridades deberían apoyarme para el progreso local y no intimidarme, presionarme. Claramente se ve que aún persiste el machismo, no dejan que una mujer sea quien tome las decisiones, quien comande un pueblo. Como mujeres siempre estamos realizando las cosas de manera transparente y eso hizo abrir los ojos a la comunidad.
—Desde su experiencia, ¿qué cosas positivas puede destacar sobre el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres?
—Hay que seguir trabajando para erradicar el machismo. En el pueblo Uru Chipaya hay que concienciar a los esposos; ellos también tienen hijas, esposa, hermanas. El machismo se da principalmente por parte de los hombres y eso no debería ocurrir, ya deberíamos haberlo superado. Pensé enviar una nota al Tribunal Supremo Electoral para que emitan una ley o una resolución que establezca: “De hoy en adelante la máxima autoridad será electa equitativamente, es decir, con igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, una gestión masculina y una gestión femenina”. Eso quiero dejar plasmado en un documento porque, de lo contrario, ninguna mujer querrá asumir un cargo político como autoridad del pueblo. Las mujeres son testigos de lo que estoy sufriendo y dirán: “La hermana ha sufrido tanto, no le han dejado asumir su cargo, ha sido agredida físicamente”. Analizando eso, dudo que quieran participar en política.
—Ante los problemas que comenta, ¿cuáles serían las medidas que debe tomar el gobierno local, departamental, nacional o autónomo indígena originario campesino?
—El gobierno debe trabajar para que se cumplan las leyes y normativa sobre equidad de género, el principio chacha-warmi (hombre-mujer) se debe hacer efectivo en la práctica como una ley y una orden, haciendo cumplir alternancia de género en distintas gestiones. Aunque existen leyes que facultan a las mujeres, lamentablemente siempre sufrimos diferentes tipos de violencia.
—¿Qué medidas concretas se puede impulsar para que las mujeres ejerzan su derecho a la participación de manera paritaria, sin los obstáculos que usted señala?
—Me gustaría enviar un documento al Tribunal Supremo Electoral, donde se establezca de manera concisa la necesidad de hacer prevalecer la equidad de género para que sea respetada, eso sería algo concreto. Sin embargo, frecuentemente nosotras opinamos y nuestros propios hermanos o esposos no nos dejan expresar nuestra opinión; si lo hacemos nos reprochan y menosprecian nuestros argumentos solo por ser mujeres, por ello muchas veces nos callamos y no queremos dar nuestro punto de vista.
—En su criterio, ¿cómo avanza la implementación de leyes, políticas y todo lo relacionado con la participación paritaria?
—No hay avance porque los hombres y las mujeres desconocemos, no tenemos la costumbre de leer. Sin embargo, los hombres de una u otra manera no quieren aceptar lo que establecen las leyes, pereciera que para ellos las leyes son en vano. Hoy en día diría que hay más machismo y violencia contra la mujer. Un varón decía: “Esa ley es para las mujeres nomás y qué para los hombres, no tenemos leyes que nos favorezcan, no sirve para nada”. Con eso más se agarran contra las mujeres.
—Desde su percepción, ¿qué logros o experiencias positivas tiene la participación de la mujer en política?
—Es muy importante la participación de la mujer en política, porque nos permite tomar decisiones para el bien común; pero los hombres no valoran eso. Por eso cuando un hombre nos agrede nosotras decimos me voy a sujetar a la Ley 3486. Cuando algunos conocen esta ley se callan.
—¿Los horarios de reuniones o actividades políticas como ser viajes a otros departamentos, inauguraciones, eventos festivos, ceremonias en comunidades son adecuados para usted o podrían ser de otra forma?
—Los horarios son adecuados, además que estas reuniones nos permiten expresarnos y perder el miedo, son importantes porque se puede interactuar con la comunidad. Las reuniones que se realizan son con previa coordinación, generalmente se lleva a cabo en la noche porque en el día están ocupadas las comunidades, puede ser en otro horario; pero debemos coordinar con las autoridades de la comunidad.
—¿Conoce alguna pareja que haya tenido conflictos familiares o una separación porque la mujer participa en política?
—Una de mis concejalas está sufriendo porque su esposo no le apoya e incluso la agredió físicamente, a pesar de eso ella se mantiene en el cargo. Para las mujeres ser autoridad es muy difícil, muchas veces no te dejan tomar decisiones; por ejemplo, cuando hay sesiones en el Concejo Municipal y no le dan la palabra a las hermanas concejalas, al ver esa situación yo declaro cuarto intermedio, en eso aprovecho para hablar con mis concejalas que son de diferentes ayllus para que los hombres no les coarten su derecho de opinar, porque directamente los hombres se oponen, discuten entre ellos, no dejan hablar.
Hay muchos otros casos. En la gestión 2022 dos concejalas tenían que ingresar directamente, como chacha-warmi que nosotras manejamos; pero sus esposos les prohibieron. A una que estaba embarazada su esposo le dijo: “Tú no vas a poder, estás embarazada, tienes que estar en la casa viendo las wawas, yo voy asumir el cargo”. Y la hermana llorando me dijo: “Yo no quiero tener problema en mi matrimonio, en mi casa, mi esposo nomás que vaya, yo no voy a poder ir, estoy esperando familia, también tengo otros hijitos”. En ese momento le dije: “Usted tranquilamente puede con o sin wawa, en algunos casos su esposo le puede reemplazar, los dos pueden venir, solamente ustedes tienen que coordinar; pero que vaya nomás tu nombre”.
Su respuesta fue un rotundo no y tampoco puedo obligarla porque era su decisión. Otro caso es del ayllu Ayparavi, que se encuentra a 21 kilómetros más adentro, ahí realizamos una reunión y ella tenía que asistir; pero su esposo le dijo: “Tú no sabes manejar moto y no sabes escribir”. Yo traté de animar a la hermana, le pregunté: “¿Por qué le dice eso su esposo?”. Le expliqué que muchas veces quienes no saben leer ni escribir pueden ser los mejores líderes; también le dije que el hecho de no saber manejar moto no le impediría participar y que su esposo le podría acompañar tranquilamente.
Pero ella respondió: “No quiero tener problemas con mi esposo, él nomás que vaya”. Incluso le ofrecí apoyo y hablar con él, sin embargo, ella dijo terminantemente: “No hables nada porque voy a tener problemas en casa”. Entonces le sugerí que venga con su esposo a las reuniones, finalmente vino con él y aprendió a opinar. Parecía un delito dar una opinión, ella quería expresarse, se le notaba; pero no se atrevía.
—¿Le gustaría seguir una carrera política? ¿Qué cargo quisiera asumir? ¿Contaría con el apoyo de sus familiares?
—Me gustaría seguir con la experiencia que ya tengo. Quisiera ser senadora, porque hay leyes que no se aprueban y están estancadas, trabajar en leyes y hacer practicar los derechos de las mujeres y de los hombres, impulsar para que la norma se cumpla y no solamente se quede en papel.
Desde mi experiencia como autoridad ejecutiva, recomiendo a todas las hermanas que debemos empoderarnos, las mujeres sí podemos porque cumplimos roles en el hogar y en el trabajo.
Debemos valorarnos y consolidarnos porque somos más valientes que los hombres, porque cumplimos roles muy importantes, nuestros esposos pueden ser considerados como un hijo más en la casa. Por eso no tenemos por qué agacharnos, no tenemos por qué tener miedo, porque somos valerosas, fuertes e inteligentes.