Wilma Mendoza Miro Presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB)

Wilma Mendoza Miro Presidenta de la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB)

—Tejedoras. ¿Quién es Wilma Mendoza? Por favor, cuéntenos brevemente acerca de usted, de su trayectoria personal, profesional y política.

Wilma Mendoza.

Soy del pueblo mosetén, nacida en una comunidad indígena, crecí en un círculo de varones. Desde muy pequeña lideraba a mis hermanos porque fui la única mujer y además logré mi bachillerato en un pueblo indígena. Mis padres me dieron la oportunidad de estudiar y trabajar dos años en la ciudad de La Paz; pero culminé mis estudios en la Universidad Nacional Siglo XX (UNSXX). Cuando retorné a mi pueblo, el 2006, formé parte de la Organización del Pueblo Indígena Mosetén (OPIM) y estuve como Secretaria de Actas, en ese entonces era difícil para los varones aceptar que una mujer forme parte del directorio de la organización.

Posteriormente, se conformó la Organización de las Mujeres Indígenas Mosetén (OMIM), los varones no permitían que las mujeres sean parte del círculo de la organización del pueblo, decían que nosotras no deberíamos involucrarnos. Por esa razón, siempre voy a agradecer a mi comunidad porque hablábamos bastante de la equidad de género y tratábamos siempre de inmiscuirnos en las actividades que los varones realizaban.

En la gestión 2009 culminé mi cargo con muchos conflictos debido a la llegada de la petrolera, ya que como dirigentes exigimos el derecho al consentimiento libre, previo e informado. El 2010, mediante una asamblea fui elegida como Presidenta de la organización indígena mosetén para cubrir una acefalía que había dejado una representante del norte de La Paz, de esa manera llegué a la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (Cnamib). Ese mismo año fui elegida como secretaria de esa organización, porque empezamos una marcha por la Ley Marco de Autonomías y Descentralización Andrés Ibáñez (Ley 031). El 2011 nuevamente se da la marcha por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), ahí se da la desarticulación por parte de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (Cidob), posteriormente, el 2013 asumo la vicepresidencia. Actualmente ejerzo por segundo año consecutivo la presidencia del Cnamib.

—¿Qué le motivó a participar en política?

—Mi motivación fue mi padre, él fue líder durante mucho tiempo hasta que falleció hace cinco años. Me inculcaba valores y me decía: “El día en que quieras ejercer un liderazgo ante el pueblo no es lo mismo que liderar en una federación”, en esa época eran colonizadores y mi padre representaba a los colonizadores. En la década de los 90 mi padre lideró la marcha por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas para tener territorio y tierra.

Es irónico, porque yo siempre renegaba porque mi padre fuera dirigente. Al ser líder orgánico, no se percibe un sueldo, se trabaja ad honorem; pero es una entrega total. Entonces, en su recomendación siempre me hablaba de principios, de valores y estatutos. Cuando asumo hacer algo, siempre doy todo    de mí, estar en este círculo es demostrar el trabajo y que nosotras las mujeres podemos, así nos ganamos el respeto.

Lo que más me motiva es manejar los principios, valores y compatibilizar con la participación activa, efectiva. Es importante demostrar el compromiso de luchar por los derechos de tu gente, de tu pueblo, y los logros que una consigue. Eso te motiva más, cuando tienes por detrás a muchas lideresas que te admiran y están haciendo lo mismo.

—¿Cuál fue su trayectoria para obtener el cargo que actualmente ocupa?

—Desde joven estaba inmiscuida en la organización de mi pueblo y la gente reconocía el trabajo que realizaba como dirigente. Cuando llegué a la Cnamib junto a mis compañeras empezamos a hacer una evaluación sobre la política del movimiento indígena, es decir, quiénes eran parte de ella. En la creación de la Confederación estaba establecido capacitar a las mujeres, velar por sus derechos, defender la casa común, luchar por los derechos de los pueblos indígenas que están establecidos en la agenda. Sin embargo, otro punto importante era incursionar en política, buscando ser visiblemente representados bajo una democracia comunitaria y sin representar a partidos políticos.

Cuando la Confederación de mi pueblo se disolvió, las mujeres decidimos asumir roles para fortalecer a la gente del territorio; primero entender esos derechos colectivos, entender nuestra agenda y ver hasta dónde habíamos avanzado, qué habíamos logrado y qué estábamos logrando con estos planes de manejo de nuestra autonomía. A partir de ahí las mujeres agarramos la agenda del movimiento indígena desde donde está y también tenemos que llevar esa agenda porque es nuestro trabajo. Nuestra misión es velar y hacer cumplir los derechos del pueblo indígena.

—¿Su familia (pareja, hijos, madre, padre entre otros) le apoyó para postular y asumir el cargo?

—Mi padre siempre me apoyó con las recomendaciones que me hacía y eso lo tengo presente, él siempre quiso que yo fuese alguien en la vida, por eso me animó a estudiar Agronomía, con la finalidad de mejorar técnicamente todo lo que teníamos en nuestra tierra; trabajé dos años en el cultivo. Cuando asumí cargos de dirigente, mi padre me apoyó bastante porque yo dejé mis parcelas y eran mis padres quienes cuidaban de mi chaco.

Soy madre de dos hijos y me siento muy orgullosa porque son muy respetuosos, pese a que siempre los dejé solos; mi madre me enseñó a ser independiente desde muy pequeña y creo que también transmití esa independencia a mis hijos, por eso me apoyan bastante.

—¿Qué expectativas tenía cuando fue elegida para el cargo que ocupa?

—Una herramienta principal que tenemos las mujeres y las organizaciones es el estatuto, es una guía para cualquier cargo que se vaya a ocupar, es muy importante siempre y cuando se sepa cómo gestionar. Al asumir como Vicepresidenta de la Cnamib nos quedamos sin recursos económicos, porque el Estado empezó a destituir a todos los cooperantes que nos daban financiamiento. En ese entonces, la Presidenta, al ver que no había recursos, decidió renunciar a su cargo y tuve que continuar a la cabeza.

Fue una oportunidad de seguir, de coordinar, de interactuar, de articular con las instituciones y ver otras estrategias de cómo nosotros podemos seguir trabajando, realizando actividades simples y concretas para llevar a las regionales. Esto me motivó bastante y me hizo crecer, permitiéndome ser más visible y respetada por parte de mis bases.

—¿Actualmente se cumplen esas expectativas y objetivos?

—Sí, tengo la seguridad de saber hacer gestión, de planificar, de administrar, de demostrar transparencia y de cómo poder articular con otras instituciones, y posicionar nuestra propia agenda. Para mí fue un reto con las instituciones porque no entendían la forma de trabajo, siempre me decían: “Vamos a tener una reunión con la Confederación de Mujeres Indígenas para fortalecer la institución”. Sin embargo, logré hacerles entender cómo queríamos trabajar con las instituciones, esto me dio seguridad de que mi visión tiene que llegar a beneficiar a la mayor parte de las mujeres, entendiendo ese derecho colectivo todo es posible.

—Durante su experiencia como lideresa, dirigente, autoridad, ¿cuáles fueron los logros más importantes que su persona impulsó para el pueblo y la organización que representa?

 —El logro fue elaborar nuestro propio informe alternativo ante la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), ya que en Bolivia no hay justicia. Desde años atrás fui invitada a distintos espacios internacionales y nosotras, como pueblos indígenas, tenemos también una representación internacional que es la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), conformada por nueve países amazónicos y Bolivia es parte de ella, donde se plantea la visión que tenemos como mujeres. Personalmente, logré hacer una agenda de las mujeres indígenas en el marco internacional y el cambio, por ejemplo, del estatuto de la COICA.

Incidí bastante para lograr un cambio y obtener una coordinación equitativa de hombres y mujeres. Porque ahí los nueve coordinadores eran hombres, no había equidad de género. Pero como colectivo en Cnamib tuvimos el fin de escribir nuestro propio informe alternativo ante la Cedaw para presentarlo en Ginebra y visibilizar el problema que las mujeres tenemos con la implementación de las políticas públicas del Estado; nosotras no tenemos presencia estatal efectiva en las comunidades indígenas, es otra la realidad que vivimos y pedimos que nos muestren nuestros datos desagregados, justamente para visibilizarnos; es muy importante tener esos datos desagregados y así poder conseguir fondos de acuerdo a la visión, al trabajo y al modo de desarrollo que tiene la nación.

Como directorio, impulsamos a realizar el seguimiento al Examen Periódico Universal (EPU); en ese sentido, cada cuatro años el Estado presenta a nivel internacional, nosotros hacemos seguimiento y también lo presentamos. El instrumento de la Cedaw no visibilizaba a las mujeres indígenas; pero sí habla de la mujer campesina. Cuando estudiamos el convenio dijimos que esta herramienta no habla de los indígenas y nos preguntamos dónde estaríamos. Por eso vimos conveniente utilizar esa herramienta para posicionar e identificar el vacío y ahí habrá mujeres indígenas que ahora andamos por el mundo. Entonces, como evidenciamos ese vacío ante la Convención, trabajamos haciendo una adenda al convenio. En septiembre de 2023 se hizo una adenda en la que se reconoce todos los derechos de las mujeres, de las niñas, de los ancianos, es decir, se logró incluir los derechos de los indígenas. Esto es un gran logro para nosotros, así pudimos articular con muchas organizaciones internacionales que hasta ahora son nuestras aliadas.

—¿Su organización le otorgó un apoyo pleno para lograr los objetivos que se había trazado?

—Por la organización sí, tuve el apoyo pleno; sin embargo, no contamos con el apoyo     de nuestras aliadas técnicas. Por ejemplo, cuando se tenía que presentar el informe ante la Cedaw nos decían que no podríamos elaborarlo; ellas solamente nos usaban para sacarnos información. En el informe que elaboraron vimos reflejados los temas de salud, de violencia sexual, de economía; pero no había ni un solo párrafo donde se señale que las mujeres indígenas sufren violencia. En cambio, sí mencionaban a las mujeres bolivianas. Por lo tanto, nosotras nos preguntamos: “¿Para que vamos a ir, ni siquiera nos mencionan?”. Ese fue el desafío, ya no queríamos ser parte de la sociedad civil, como mujeres indígenas tenemos derechos y tuición para decidir.

—¿Recibió algún tipo de presión, hostigamiento, amenaza u otro tipo de agresión?

—No, porque siempre conté con el apoyo de mis bases. Además, me preparaba constantemente para tener conocimientos sobre las decisiones y acciones que iba a tomar en cada momento.

—¿Qué leyes y medidas administrativas conoce contra el acoso y violencia política hacia las mujeres?

—La Ley contra el Acoso y Violencia Política hacia las Mujeres (Ley 243). Para las mujeres líderes la normativa no garantiza nada, sin embargo, sí beneficia a nuestras representantes como concejalas, diputadas, asambleístas. Si una mujer no conoce la ley, no la ejerce; pero si aprendes y te sabes los artículos y todo lo que quiere decir un acoso, ahí sí una puede ejercer, puedes denunciar, entonces haces que esa herramienta te favorezca. Es fundamental que las mujeres deban empoderarse de la Ley 243 y hagan prevalecer sus derechos y ejercer una política libre de violencia.

—¿A través de qué medio se informó sobre las leyes y medidas administrativas contra el acoso y violencia política hacia la mujer?

—Nosotras articulamos con la Coordinadora de la Mujer, cuya misión es relacionarse con todas las organizaciones de mujeres para analizar leyes que específicamente favorezcan a las mujeres. Desde la Coordinadora se socializó la Ley contra el Acoso y Violencia Política hacia las Mujeres; pero esta socialización se realizó con la Presidenta, la Vicepresidenta y las representantes designadas por la organización. Como representantes de las organizaciones debemos difundir y socializar la ley al interior de nuestras bases.

—¿Al interior de la Cnamib cuentan con un mecanismo de prevención o atención para casos de acoso y violencia política?

—En nuestros estatutos nos abocamos a lo que es la justicia indígena, tenemos establecido si algún varón nos hostiga, nos violenta, entonces nosotras tenemos que derivar a la organización donde pertenece quien comete injusticia. Es un mecanismo que muchas veces no logra hacer justicia porque nosotras no manejamos bien las evidencias.

Actualmente existen muchas mujeres que denuncian el acoso, incluso las peleas que se tiene graban en su celular. Para nosotras, las mujeres indígenas, la justicia ordinaria no soluciona nada. En cambio, aplicamos la justicia indígena y los temas de acoso se solucionan de manera efectiva. Cuando la Cnamib recibe una queja de alguna autoridad, lo que hacemos es bajar y les decimos que lo que está haciendo es acoso y que según lo establecido en la normativa puede ser sancionado si se los denuncia ante la autoridad competente; en cambio, la justicia indígena es más reflexiva y educativa.

—¿Vio o le comentaron que hostigaron o forzaron a que una autoridad mujer cambie de opinión a la hora de tomar determinada decisión?

—Es típico en organizaciones y pueblos realizar acuerdos internos para que la mujer, si ocupa un cargo como titular, lo ejerza por dos años y medio y los otros dos años y medio lo debe ejercer el suplente, así se realizan los acuerdos. En una gestión vi cómo a una mujer le hicieron gastar dinero para que vaya como suplente y nunca le dieron el espacio hasta que terminó la gestión.

En otro caso, la titular era mujer y el suplente era varón, y para hacerle renunciar a su cargo llamaron a un congreso al que asistí, dijeron que la hermana ya cumplió el tiempo que se determinó con las actas, los acuerdos que cada cacique presentó y, por lo tanto, tenía que renunciar; pero la señora dijo que no renunciaría porque seguía ejerciendo: “¿Por qué no le hicieron así a la anterior representación? Porque soy mujer me quieren hacer renunciar”.

Posterior a la votación pedí la palabra, les dije que hay acuerdos; pero que la ley es clara, no hay acuerdos internos a no ser que sea en sentido de buena fe. Puse el ejemplo de otro caso que era hombre y que no era mosetén y ustedes nunca le llevaron a un congreso para decidir y que ella pueda asumir también el cargo. Aquí quien tiene la última palabra, si va a renunciar o no, es ella, por más acuerdos que existan para que pueda continuar. Lo que ellos estaban haciendo era acoso político y eso tiene denuncia y juicios; es así que la señora no renunció porque se sentía apoyada por mi persona.

—¿Conoce o sabe sobre malas prácticas en la política o acciones negativas como presiones psicológicas, conductas agresivas o acoso sexual? ¿Hay algún caso al que quiera referirse?

—En los pueblos es muy duro porque de frente dicen que no se hizo nada, afirman: “Eres una sonsa” y eso no se debe hacer a una autoridad. Cuando las mujeres ocupan estos cargos son muy maltratadas psicológicamente. Ah, pero si una autoridad es hombre y no hace nada por el bienestar de la población no le dicen nada, no le maltratan como a las mujeres.

—Cuando una mujer tiene que votar o resolver demandas de su pueblo, municipio, departamento u organización, ¿qué prevalece más: la disposición de la organización política, la opinión de los hombres o cada quien decide cómo votar?

—Estamos trabajando en el empoderamiento y la toma de decisiones, estamos avanzando bastante para no estar a disposición de autoridades que se comprometen a garantizar votos o algunas decisiones; por ejemplo, cuando dicen: “Yo te garantizo los 100 votos de mi comunidad”, sin saber que nosotras como mujeres tenemos derecho a decidir por quién vamos a votar. En lo personal, yo no soy parte de esos llamados “arreglos por formalismos”, porque todo ya está cocinado, te llaman simplemente a un congreso para formalizar las cosas. En los pueblos indígenas eso se ve bastante, les hacen levantar la mano y les anotan para que las mujeres puedan votar.

—Cuando en su organización hay reclamos por malversación de fondos, actos de corrupción u otros, ¿su opinión es tomada en cuenta?

—En la Cnamib manejamos los fondos administrados por nuestros patrocinadores, que son auditados. Se escucha que algunos líderes hombres ahora miran porqué las mujeres ganamos bastante espacio, estamos en constante actividad porque tenemos fondos y dicen: “¿Por qué no están fiscalizando a la Cnamib, que andan viajando por el mundo con la plata de los indígenas?”. Si los hombres      quieren saber cómo se están haciendo los gastos, ¿por qué no se aproximan a la institución?, nosotras hacemos cada año nuestra comisión nacional donde se expone los proyectos que tenemos, se presenta la rendición y en las consultivas se brinda los informes anuales, como los informes financieros de cada proyecto, además son auditados.

—Desde su experiencia, ¿qué cosas positivas puede destacar sobre el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres?

—Lo positivo siempre sale bien cuando las lideresas son preparadas, que pasaron a ser parte de un espacio político para representar políticamente, van con el conocimiento que está en su estructura orgánica para tomar decisiones. Lo que no rescatamos es el distanciamiento de esa lideresa que en su momento fue formada por nosotras; en el momento que aceptaron irse a un partido político ya no vuelven a su organización y quieren ser invitadas con mucho tiempo de anticipación para participar en nuestras asambleas. Hay mujeres que nos comunican que participarán en alguna organización política, nosotras las apoyamos para que dentro de su organización defiendan la agenda del movimiento indígena.

—Ante los problemas que comenta, ¿cuáles serían las medidas que debe tomar el gobierno local, departamental, nacional, o autónomo indígena originario campesino?

—Hay que revisar la normativa porque hay un vacío, puede haber revocatoria cuando toda la población esté de acuerdo o ese representante no haya hecho bien las cosas. En la normativa se debería establecer que el titular y el suplente asuman el ejercicio, y de esa manera los dos puedan culminar los cinco años, aunque la suplente no perciba el mismo sueldo que el titular.

—¿Qué medidas concretas se puede impulsar para que las mujeres ejerzan su derecho a la participación de manera paritaria, sin los obstáculos que usted señala?

—El gobierno debe garantizar el cumplimiento del ejercicio, pero si la ley no está clara tampoco se va a poder, las instancias competentes deben ser vigilantes del ejercicio del derecho que compete al titular y al suplente.

—En su criterio, ¿cómo avanza la implementación de leyes, políticas y todo lo relacionado con la participación paritaria?

—Creo que lo que se avanza es lo que se puede, no todos los representantes de las organizaciones políticas se dedican a prepararse, algunos no tienen el conocimiento. Primero eres un representante indígena, te debes a tu pueblo y muchas veces no saben ni a dónde se están presentando: “Me han dicho que seré asambleísta, diputado” y no saben cuál será su rol. Algunos partidos políticos en su plancha llevan a gente que ni siquiera estudió, pero que sí tiene la garganta para hablar y hablar.

—En su criterio, ¿cómo avanza la implementación de leyes, políticas y todo lo relacionado con la lucha contra el acoso y la violencia política?

—Hay muchos casos, hay muchas denuncias que terminan a veces en situaciones críticas, cuando las mujeres empiezan a ejercer ese derecho corren más riesgo, no hay esa instancia de derechos humanos que pueda ver por las mujeres más allá de la ley y tampoco se tiene una justicia efectiva. Me parece que estamos en un momento estático, cuando hay una denuncia los medios de comunicación hablan de que sufrió acoso político por esto y lo otro; pero nada más.

—Desde su percepción, ¿qué logros o experiencias positivas tiene la participación de la mujer en política? —Las mujeres en la primera gestión de gobierno fueron muy visibles en su participación en estos espacios; pero hay un vacío en cuanto a ejercer ese derecho como debe ser, las mujeres estamos ahí y se ve en los municipios, en las gobernaciones, en las diferentes entidades del Estado donde están rodeadas de mujeres; pero hay un varón que toma las decisiones. Las mujeres seguimos siendo un saludo a la bandera, estamos cediendo ese espacio de toma de decisión.

—¿Qué logros o experiencias positivas conoce gracias a la aplicación de leyes y medidas administrativas contra el acoso y violencia política hacia las mujeres?

—Se logra aplicar esta normativa cuando hay un acompañamiento por parte de la organización y la representante debe estar en constante participación a través de ella, estar permanentemente informada. Hace dos años, en San Ignacio de Velasco empezamos a fortalecer la organización, conversamos con el municipio porque tiene competencias y mucho por hacer, no solamente dejar a las organizaciones de base solucionar los problemas, sino los involucramos a través de reuniones conjuntas con las autoridades, mediante la realización de una agenda en común.

—¿Los horarios de reuniones o actividades políticas como ser viajes a otros departamentos, inauguraciones, eventos festivos, ceremonias en comunidades son adecuados para usted o podrían ser de otra forma?

—Como Cnamib tenemos nuestras instancias, la asamblea consultiva y encuentros en las regionales de La Paz, Beni y Santa Cruz, igual se tiene asambleas para evaluar, para concertar temas, estructurar nuevos mecanismos de desarrollo y temas de control territorial. Los talleres generalmente son los sábados y domingos porque las mujeres en el transcurso de la semana están con la chacra, en otras actividades o en otros lugares; nos reunimos a partir de las cinco de la tarde porque las mujeres trabajan es sus tierras para contribuir al ingreso económico de la familia.

—¿Conoce alguna pareja que haya tenido conflictos familiares o una separación porque la mujer participa en política?

—Hay muchos casos, los hombres dicen que nosotras enseñamos mal a las mujeres que ahora se encuentran en las organizaciones. Culpan a la Cnamib por realizar capacitaciones sobre los temas de derechos, que tenemos que entender porque debemos determinar el desarrollo que queremos hacer. Cuando una mujer sale elegida por su organización los hombres no quieren porque señalan que desde ese momento saldrá a la ciudad, que dejará al hombre porque se va empoderar de sus derechos y es seguro que va a dejar al hombre, aunque eso también sucede. De esa manera, las mujeres sufren bastante violencia. Hay una lideresa que nunca estudió, tiene ocho hijos, se separó del esposo porque él la maltrataba, un día decidió abandonar a su marido, se fue del pueblo y estudió, salió bachiller, ahora es una dirigente que representa a su organización regional de manera muy comprometida.

—¿Le gustaría seguir una carrera política? ¿Qué cargo quisiera asumir? ¿Contaría con el apoyo de sus familiares?

—Mi gestión es hasta el 2026, ahora yo necesito dedicarme a mí como persona y ver a mi familia.