Participación política de las mujeres y construcción de agendas
RESUMEN
Las mujeres construyen la historia de la humanidad a fuerza de luchas y demandas que se configuran en coyunturas específicas, con proyectos abarcadores porque comprometen sus vidas y las de otros; se oponen a privilegios, luchan contra la desigualdad, se enfrentan a los poderes naturalizados, buscan la libertad y la igualdad, disputan el espacio público desde hace siglos. Las mujeres bolivianas irrumpen en diferentes escenarios a fuerza de coraje y de proyectos societales, no se permiten el descanso, permanentemente exigen, vigilan y le arrancan al poder sus derechos. La agenda de la Unión de Mujeres de Bolivia (Umbo), la Agenda Política de las Mujeres del año 1997 y otras agendas muestran los temas y los derechos trabajados, conquistados y estancados. Para el movimiento de mujeres y feminista es fundamental reconocer estos procesos, analizar dónde están las raíces de sus demandas y conocer cómo se inician, estos elementos constituyen un indicador importante para saber dónde se encuentran y cómo se proyectan, por lo tanto, no es solo hacer un ejercicio de recuento de hechos, se trata de una lectura crítica, aprender para avanzar.
Palabras clave interactivas:
Introducción y contexto
INTRODUCCIÓN
La presencia de las mujeres en la construcción de las civilizaciones es un hecho innegable, está en la construcción de la nación, en las luchas por la democracia para mejorar las condiciones de vida; en fin, en todos los órdenes se encontrará su huella. El tono que adquiere su participación varía de acuerdo a las coyunturas económicas, políticas, sociales y culturales. En este devenir, a momentos su participación generó rupturas importantes, por ejemplo, el reclamo de las mujeres durante la Revolución Francesa hizo que fueran parte importante para el triunfo de la igualdad, fraternidad y libertad, sin embargo, quedaron excluidas de la ciudadanía; lo bueno de este proceso es que a partir de ello la revolución permanente que provocaron las mujeres no cesó. La irrupción de la mujer en el espacio público impulsó un avance importante para avanzar en el ejercicio de sus derechos. Empero, el camino estuvo lleno de espinas, durante el proceso se pueden observar avances significativos, como el triunfo del sufragismo; pero también estancamientos importantes con relación a una participación efectiva en la toma de decisiones, menos avances en lo que se refiere a derechos sobre sus propios cuerpos.
El año 2025 las y los bolivianos acudirán nuevamente a las urnas para elegir a sus representantes y, en ese marco, las mujeres deberían realizar un balance de los más de 18 años del gobierno del Movimiento Al Socialismo- Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y quizás ir un poco más atrás para preguntar: ¿cómo les fue con sus agendas?, ¿cuáles son los temas en los que no se avanzó?, ¿por qué no se logra avanzar?
El propósito de este artículo es revisar dos agendas que tienen sus particularidades y que, sin duda, fueron importantes en su tiempo tanto para las mujeres como para el país, en ese marco se identificó tres demandas importantes y que siguen vigentes hasta hoy. Sin embargo, debe quedar claro que no se trata de realizar una comparación entre agendas, pues es algo imposible dado que ambas se producen en coyunturas diferentes.
De esta manera, trabajar sobre la agenda de la Umbo, del año 1966, y la Agenda Política de las Mujeres, de 1997, permite reflexionar sobre la participación política de las mujeres en ambas coyunturas, para finalmente revisar cómo están estas demandas en la actualidad. Sin duda, se trata de un ejercicio “apretado”; pero que posibilitará identificar las deudas del Estado boliviano con las mujeres y con el propio país, no se puede alcanzar bienestar o desarrollo cuando la reproducción social se define por la exclusión y la desigualdad, en este caso entre hombres y mujeres.
- UNIÓN DE MUJERES DE BOLIVIA (UMBO)
Si bien no se cuenta con mucha información sobre Umbo, se puede advertir que se trata de una organización de mujeres militantes de izquierda, fundada en un momento de declinación del gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y el inicio de la dictadura de René Barrientos Ortuño.
Se fundó en La Paz el 20 de marzo de 1963, era una organización de alcance nacional que agrupó en sus filas a mujeres de izquierda de diferentes matices. Declaran que la emancipación de la mujer sólo se puede dar “en la medida en que se crean las bases para la emancipación de la humanidad en su conjunto”. (Aquelarre Rojo, 2013, pp. 61-62, como se citó en Lora, 1986)
Cinco años después de su fundación, la Umbo llevó a cabo su primer Congreso Nacional, cuyo resultado fue la elaboración de un conjunto de documentos y un plan de acción que recogía las propuestas trabajadas en los diferentes departamentos y por sectores como fabriles y mineros, entre otros. Entre las determinaciones adoptadas figura presentar las diferentes resoluciones a las instancias del Poder Ejecutivo y el Honorable Congreso Nacional. Lamentablemente, no se dispone de información que permita hacer un seguimiento de las acciones o estrategias realizadas para llevar adelante todas las resoluciones de este Congreso.
Solo se cuenta con algunos pasajes esporádicos en la documentación de Lidia Gueiler2, segunda presidenta de la Umbo. Además se debe considerar que las mujeres fueron silenciadas y marginadas en los diferentes procesos, es posible también advertir la instrumentalización que se hizo y se realiza aún de las demandas de las mujeres. Pilar Uriona coadyuva a mirar esta instrumentalización en la construcción de ciudadanía, que también sirve para la reflexión acerca de otras reivindicaciones.
En el proceso quedó evidenciado un hecho fundamental: la asignación de ciudadanía política en el caso de las mujeres no logró traspasar la fase del acceso al derecho a elegir representantes. De ese modo, la ciudadanía conquistada no logró desencadenar un proceso paralelo dirigido a profundizar el ejercicio del derecho a la participación igualitaria, fundamentalmente porque los líderes partidarios y sindicales involucraron a las mujeres sólo para consolidar su avances en términos de la competencia por el poder y no para apoyarlas a definir su propio proyecto político, en el que se especifique demandas propias estableciendo desde dónde, cómo y con qué reglas de juego ellas querían participar.
Quedaba pendiente para las mujeres, entonces, la tarea de profundizar en el ejercicio y gestión de sus derechos políticos, que partía de preguntarse cómo traducir los mismos en participación efectiva, pasando del acceso a la representación a la construcción de la autorrepresentación respaldado en normas legales. (Uriona, 2009, pp. 11-12)
Para contextualizar los escenarios en los que se desarrollaba la Umbo se debe considerar la coyuntura de aquel momento. Bolivia se encontraba en el fin de la década del MNR, marcada por fracturas internas y pérdida de apoyo de los sectores sociales, mineros, campesinos y clase media de las ciudades.
A finales de los años 50 estas tensiones se agudizaron, lo que condujo a una división del partido. El periodo es caracterizado de la siguiente manera:
La cultura política se distinguió, sobre todo, por el predominio de elementos manipulativos y demagógicos; se repitió el lugar común de las ideologías revolucionarias y nacionalistas del Tercer Mundo, que mediante una crítica parcializante a la tradición liberal-democrática justifican prácticas arbitrarias y la negación efectiva de una democracia pluralista. El nivel de cultura política anterior a 1952, aunque muy rudimentario, fue reemplazado por un sistema en el cual la conciencia política crítica fue transformada en la capacidad de identificarse con las metas y prácticas del Estado y en el cual las marchas multitudinarias suplían el genuino diálogo político. El régimen estaba marcado por una combinación híbrida de antiimperalismo retórico y autoritarismo práctico, que tampoco fue cuestionado por sus sectores izquierdistas. (Mansilla, 1980, p. 118)
En el plano económico, el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso un paquete de medidas en 1957, que si bien logró estabilizar indicadores macroeconómicos como precios, inflación y tipo de cambio, se sostenía a costa de la clase media y de los sectores más empobrecidos.
El plan exigía que Bolivia equilibrara su presupuesto, pusiera fin a la subvención alimenticia de los mineros, redujera los aumentos salariales, estableciera un solo tipo de cambio de divisas y aprobara una serie de medidas colaterales que limitaban la iniciativa y el gasto público. Incluso dentro de las normas del FMI, el plan boliviano era extremado, tratando de crear una moneda estable, con una tasa de inflación cerca al cero dentro del plazo de uno o dos años. (Klein, 1999).
Aceptar este paquete le costó al MNR que toda la denominada ala de izquierda saliera del partido y se sumara a la oposición, que se encarnaba en el Partido Comunista de Bolivia (PCB), la propia Falange Socialista Boliviana (FSB) y otros. Además, no tardaron en manifestarse las huelgas mineras y un creciente descontento de los sectores medios urbanos. Las diferentes jugadas políticas dieron “triunfos” pírricos que pronto se desmoronaron, por ejemplo, la alianza entre el entonces presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, y el general de aviación René Barrientos Ortuño, que terminó en el derrocamiento del primero a manos del segundo el 4 de noviembre de 1964 y con ello los militares se incorporaron a la escena política del país hasta 1982.
Otro elemento no menos importante está ligado a las reflexiones que posteriormente se traducirían en una nueva Constitución Política del Estado el año 1967, en cuyo artículo 41 se reconocía explícitamente el derecho a la ciudadanía para hombres y mujeres a partir de los 18 años, si estaban casados, y 21 años, si eran solteros.
Umbo nace en este escenario de descontento, marcado por fuertes presiones de los sectores sociales, el empobrecimiento, la influencia de Estados Unidos y la Guerra Fría. Estos factores afectaban las decisiones comerciales y políticas, y generaban reflexiones por la insatisfacción de los derechos ciudadanos, entre otros. En este contexto, las mujeres con una preferencia por principios ideológicos de izquierda encontraron un espacio para expresar su descontento e insatisfacción no solo por las condiciones para las propias mujeres, sino también por la situación del país en su conjunto. Por ello, el discurso siempre articuló lo nacional y lo femenino. “Ansiamos vivamente para nuestra patria un futuro de bienestar y progreso, de independencia nacional y defensa de nuestra soberanía” (Umbo, 1966, p. 9).
En el Congreso Nacional mencionado, las mujeres elaboraron una serie de resoluciones y un programa de acción organizado en “lo político, cultura, jurídico social y económico e internacional”. En este artículo solo se identifica las demandas que se encuentran pendientes para las mujeres hasta el día de hoy, en el orden político se señalan cinco:
1 Luchar por la igualdad de los derechos políticos sin discriminación de sexo, raza, credo religioso, idioma, ni otra alguna.
2 Luchar por la mayor intervención de la mujer a través de todos los medios en las cuestiones del Estado tanto en el Poder Legislativo como en el Poder Ejecutivo y en el Poder Judicial. Igualmente, en la producción y en la administración de la industria, el comercio privados y públicos.
3 Respetar la intervención de la mujer y su participan en sindicatos y partidos políticos, que dentro su programa persigue conquistas de progreso y liberación.
4 Luchar por la incorporación de la mujer en todas las actividades de la sociedad.
5 Luchar contra todas las formas de colonialismo e imperialismo. (Umbo, 1966)
En el ámbito económico, si bien existe un fuerte énfasis en la mirada a los temas nacionales, por ejemplo, la reforma agraria, profundizar la nacionalización de las minas y otros, también se advierten demandas específicas para lograr la igualdad de género, por ejemplo:
1 Luchar para equiparar a la mujer trabajadora en todas las conquistas y los beneficios sociales y económicos logrados o por obtener por el hombre.
2 Luchar por la creación de comedores populares para el niño y la mujer trabajadora, para evitar la desnutrición. (Umbo, 1966) Este conjunto de demandas se puede organizar en tres grupos que hasta la actualidad presentan un déficit importante:
- Igualdad de oportunidades en todos los aspectos de la vida: “2. No es suficiente que la mujer alcance la igualdad jurídica con el hombre, es preciso que consiga la igualdad de oportunidad y de trabajo en la comunidad” (Umbo, 1966, p. 55).
- Participación plena en la vida política del país: “3. No existe verdadera democracia sin la intervención de la mujer en la vida cívica de un pueblo” (Umbo, 1966, p. 55). Con esto se refiere a la vida política en instancias del Ejecutivo, Legislativo y Judicial; pero también en las organizaciones políticas y cívicas.
- Independencia económica y/o empoderamiento económico, que se instaló en las agendas desde los años 90: “(…) deseo de independencia económica que luego asegurará su emancipación total, necesariamente en el aspecto social y político” (Umbo, 1966, p. 55).
Otro tema que se vislumbra, pero que no consigna un derecho como tal de las mujeres, sino más bien se lo orienta hacia las niñas, niños o en este caso hijas e hijos, es la creación de servicios de cuidado. En el texto se encuentra de manera reiterada: “5. Exigir la creación de casas cuna o guarderías infantiles para todos los sectores laborales” (Umbo, 1966, p. 116).
Es decir, si bien no menciona como un derecho de las mujeres el no hacerse cargo de manera solitaria de las tareas del cuidado, se antepone la idea del bienestar de los niños, evitar el descuido, la desnutrición o enfermedad. Se advierte que las mujeres actúan desde una identidad “para los otros”, a la que hace referencia Marcela Lagarde.
En el sentido patriarcal de la vida de las mujeres deben vivir de espaldas a ellas mismas, como ser-para-los-otros. La perspectiva de género expresa las aspiraciones de las mujeres y sus acciones para salir de la enajenación para actuar cada una como un ser-para-sí y, al hacerlo, enfrentar la opresión, mejorar sus condiciones de vida, ocuparse de sí misma y convertirse por esa vía en protagonista de su vida. (Lagarde, 1997, p. 18).
Es seguro que las mujeres de Umbo, en su militancia de izquierda —dadas las condiciones del país y la experiencia que les había dejado la lucha de las mujeres en la Revolución de 1952, en los movimientos del 46 e incluso Guerra del Chaco— se encontraban en esta contradicción compleja, entre el dominio de la mujer-madre y la mujer emancipada, esta disputa identitaria se manifiesta en diferentes partes del documento. Por un lado, identifican y reconocen las opresiones de género; por otro, siempre apelan a colocar a los otros antes que a ellas: la patria, las hijas e hijos se priorizan por delante de sus propias reivindicaciones.
En el plano de los principios, si tenemos la razón con nosotras, ya que expresamos conscientemente el deseo inconsciente de liberación que toda mujer lleva consigo, más, en el terreno de los hechos, tendremos que redoblar nuestros esfuerzos y ampliar nuestras actividades, para que este magnífico puñado de intelectuales y trabajadoras proletarias de ideas progresistas enraíce, seriamente, en las masas femeninas del país y, particularmente, eleve la condición socio-económica de la mujer campesina por medio de una profunda y vasta campaña nacional política y cultural de alfabetización y desarrollo de la comunidad, tareas que abarcan el conjunto de necesidades básicas que requiere satisfacer, a breve plazo, esa gran mayoría nacional (…). Las bases estructurales han sido echadas en la arena política por el proceso de la Revolución Nacional, nos corresponde a nosotras, ahora, profundizar esa siembre en terreno fértil y profundo, para que la nueva Patria surja.
Se puede interpretar que para Lidia Gueiler las condiciones que dejó la Revolución Nacional y la necesidad de las mujeres por liberarse están enraizadas. Es decir, la superación de la mujer irá ligada con el “proyecto nacional”, y es una responsabilidad de las propias mujeres impulsar y profundizar las medidas revolucionarias que permitirán la liberación del pueblo y de ellas. Realizada la advertencia, prosigue una reflexión sobre las tres demandas estructurales identificadas y que son absolutamente vigentes para las mujeres en la actualidad.
- AGENDA POLÍTICA DE LAS MUJERES
Se tomó la Agenda Política de las Mujeres del año 1997 por algunas consideraciones puntuales, como ser: coyuntura política, económica y social; la legitimidad que alcanzó la agenda para el trabajo del Foro Político, por la temporalidad respecto a la agenda elaborada por Umbo, exactamente 31 años5, y por la gran cantidad de mujeres que participaron en su elaboración a nivel nacional, más de 300 mujeres de partidos políticos y no militantes6 fueron las encargadas de darle sustento a la propuesta; finalmente, por la alianza entre la Subsecretaría de Asuntos de Género y el movimiento de mujeres y feminista.
En los años 90 en Bolivia ya se había instalado el denominado neoliberalismo, fueron incorporados parámetros como el de desarrollo humano y desarrollo sostenible, la democracia como sistema de gobierno ya no era puesta en cuestión, menos por arremetidas militares. El escenario se caracterizó de la siguiente manera:
La crisis económica, política y social que caracterizó a Bolivia durante la primera mitad de la década de 1980, determinó la necesidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo en el país, basado en un programa de estabilización económica, de carácter ortodoxo, a partir de la promulgación del Decreto Supremo 21060, en agosto de 1985, que instauraba la Nueva Política Económica, y en la implementación paulatina de reformas estructurales, enmarcadas en los lineamientos del “Consenso de Washington”, que se llevaron a cabo con mayor énfasis a partir de los años noventa. (Antelo, 2000, p. 5).
Sin duda, los “paquetes” no solo traían cambios en la economía, sino también en lo social y político. La organización política incorporó y aplicó la descentralización como un mecanismo para alcanzar el desarrollo, se trataba de asignar la capacidad de tomar decisiones a los niveles subnacionales en el marco de las políticas nacionales, así como una nueva reasignación de recursos, para lo cual se debía fortalecer las viejas prefecturas y gobiernos municipales. En este escenario, las mujeres lograron avances importantes, tanto a nivel de demandas como de institucionalidad.
La Nueva Política Económica, aplicada a partir de 1985 (…) inició un nuevo ciclo que posteriormente se vería profundizado durante la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997). Fue durante este nuevo gobierno del MNR que se realizaron las “Reformas de Segunda Generación”, entre las cuales destacan como las más importantes la capitalización de las principales empresas estatales, la Participación Popular, la Reforma del Sistema de Pensiones y la Reforma Educativa, porque cambiaron la estructura económica y social del país. Cabe destacar que la Participación Popular, al otorgar recursos a los municipios a través de un sistema de coparticipación tributaria, implicó un proceso de descentralización gubernamental que dio calidad de ciudadanos a los habitantes de muchas regiones olvidadas. (Mercado, Leitón y Chacón, 2005, pp. 12-13, como se citó en Galindo, 1998).
Por lo tanto, en el marco de reformas se establece una institucionalidad para el adelanto de las mujeres. Este logro, más que por voluntad política de los gobernantes, fue el resultado de una ardua tarea de incidencia política del movimiento feminista y de líderes como Sonia Montaño y Jimena Rojas, entre las más cercanas en las negociaciones con las autoridades de turno.
Mediante el Reglamento de Ley de Ministerios del Poder Ejecutivo, DS Nº 23660, de 12 de octubre de 1993, se creó la Subsecretaría de Asuntos de Género, dependiente de la Secretaría Nacional de Asuntos Étnicos, de Género y Generacionales, a su vez dependientes del Ministerio de Desarrollo Humano. En definitiva, se trataba de la institucionalización de los temas de género y de la mujer.
A todo esto se sumaba el escenario internacional. En septiembre, China celebró la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, como resultado Bolivia aprobó la Declaración y la Plataforma de Acción Mundial, una agenda que presenta una visión de futuro para el empoderamiento de las mujeres.
Estos antecedentes muy puntuales permiten una mejor comprensión de la agenda política de las mujeres.
En este marco y en base a las consideraciones anteriormente expuestas, las mujeres proponemos generar políticas de igualdad de oportunidades y de equidad, que cuenten con nuestra participación desde el diseño de las mismas dirigidas a mejorar la calidad de vida y el acceso a mejores oportunidades en la educación, la salud, el empleo, la toma de decisiones, el manejo de recursos y el ejercicio pleno de derechos, respetando nuestra identidad y diferencias en el contento de una sociedad heterogénea, pluricultural y múltilingüe. (Subsecretaría de Asuntos de Género, Coordinadora de la Mujer, 1997, p. 10).
Nuevamente, las brechas entre hombres y mujeres son observadas en todos los ámbitos de la reproducción de la vida. Al igual que hace 31 años, existe similitud en las brechas entre la producción de leyes, políticas públicas, institucionalidad y la vida cotidiana de las mujeres, en este ámbito la desigualdad entre hombres y mujeres no cambió. Es decir, si bien hubo avances en derechos por la vía declarativa, los impactos en la vida cotidiana no guardan la misma relación, la desigualdad y el retraso para las mujeres aún se manifiesta. Cerrar esta brecha es un reto que también se propone la agenda. Ejes y subejes:
- Desarrollo y necesidades básicas
a.1. Economía y pobreza
a.2. Educación y capacitación
a.3. Salud
a.4. La discriminación contra las niñas
a.5. Medio ambiente
- Ciudadanía y democracia
b.1. Participación política
b.2. Mecanismos institucionales para el adelanto de las mujeres
- Paz y derechos humanos
c.1. Violencia
c.2. Derechos humanos
c.3. Medios de difusión
Sin duda, esta agenda rompió con el ser para los otros y si bien hay una preocupación por “la patria”, no antepone estos intereses sobre los de las mujeres, cuyas demandas traducen el ser en sí y para sí de manera mucho más nítida. También se observa que se ampliaron los derechos, se incluye la violencia, medio ambiente y la discriminación como la categoría política estructurante, que permite demostrar la desigualdad entre hombres y mujeres.
De todos los derechos trabajados en la agenda política, en la tabla 1 se presenta los tres identificados en la Agenda de la Umbo y en la Agenda Política de las Mujeres: igualdad de oportunidades, participación política y autonomía económica.



El otro tema es esta suerte de identificación, percepción de las mujeres de Umbo (1966, p. 38) respecto a los servicios sociales de cuidado, por el mejoramiento de las condiciones de trabajo para la mujer trabajadora, con la construcción de guarderías infantiles anexas a los centros de trabajo y con medidas aplicables a cada centro, especialmente en el periodo del embarazo. Por supuesto que no se refiere a las tareas del cuidado que se menciona actualmente; sin embargo, se prevé la instalación de guarderías, centros de recreación, protección para hijos e hijas de mujeres trabajadoras, en definitiva, para que las mujeres alcancen una autonomía económica estaba claro que debían liberarlas de las tareas del cuidado, función que debía cumplir el Estado.
Pero la historia no se detiene y los procesos avanzan, las agendas de las mujeres se ampliaron en la demanda de derechos, aparece la violencia, el medio ambiente, la paridad, entre otros, las propias coyunturas políticas, económicas, sociales y culturales promueven estos derechos y las mujeres, desde una praxis política, irrumpen con la exigibilidad de nuevos derechos.
- REFLEXIONES PUNTUALES
El propósito de este artículo no es realizar una comparación de agendas, menos convertirse en una queja lastimera. Por el contrario, se busca recuperar la participación de las mujeres bolivianas a través de la construcción de agendas capaces de cambiar no solo su vida, sino también de la sociedad en su conjunto.
La igualdad es un derecho que aún no se conquistó plenamente para las mujeres en el mundo; pero existen importantes avances en diversos países. La igualdad de oportunidades es un mecanismo que permitirá alcanzar este fin y las políticas públicas debieran construirse con este enfoque, solo así se manifestará en la vida cotidiana de las mujeres, y en el acceso a los recursos simbólicos y materiales. Por tanto, queda como tarea pendiente investigar cómo se trabajó la igualdad de oportunidades en las políticas implementadas en las diferentes áreas como la salud, la educación y otras.
De esta manera, al ser un derecho que aún no fue conquistado plenamente, todavía estará presente en las agendas y es loable que las mujeres hayan comenzado a incorporar este término hace más de 60 años. Actualmente, es necesario precisar cómo desmontar las relaciones y tareas desiguales y jerarquizadas a las que se refiere Lamas, traducir los nuevos mecanismos de dominación, evaluar los avances, acciones y estrategias desarrolladas.
Cualquier propuesta antidiscriminatoria, entendida como el conjunto de programas y soluciones normativas, jurídicas, educativas y comunicativas destinadas a subsanar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres, y a prevenir su aparición en el futuro, debe comenzar explicando el marco desde el cual se piensa el “problema” de las mujeres. Esto supone desarrollar una visión sobre los problemas de la relación hombre/mujer con una perspectiva de género capaz de distinguir correctamente el origen cultural de muchos de éstos, y plantear alternativas sociales —como la educación— para su resolución. (Lamas, 2011, p. 5)
Sin duda, la participación política es el derecho en el cual más se avanzó; sin embargo, hoy se constata que no es suficiente ni la cuota, ni la paridad, bien lo decían las mujeres de Umbo, participar para cambiar las condiciones de postergación de las mujeres bolivianas. Por tanto, no se trata solo de “estar” en los diferentes espacios de decisión política, es necesario dar un paso más y construir, asumir agendas para el ejercicio pleno de derechos. Sería importante volver la mirada a la historia e identificar cuáles fueron los factores de éxito del Foro Político de Mujeres7 de los años 90, cuáles fueron las medidas y principios que les permitieron actuar en bloque en las agendas de las mujeres, cómo hicieron para no supeditar la agenda de las mujeres a decisiones de sus partidos políticos.
Lo último daría luces para comprender por qué en las gestiones pasadas no se logró contar con una agenda para las mujeres en el sistema parlamentario, considerando incluso que el partido de gobierno (MAS-IPSP) contaba con una abrumadora mayoría en dicha instancia, ¿cuáles fueron los impedimentos?, ¿por qué la militancia en el partido político se sobrepone a una agenda para el avance de las mujeres?, ¿cómo fueron las alianzas con organizaciones de mujeres y feministas?, ¿cuál fue la incidencia política de las organizaciones de mujeres y feministas?
Por lo tanto, si bien existen avances desde los años 60, actualmente se hace evidente que las luchas por contar con mayor representación de mujeres en los espacios políticos se vuelven inútiles si estas mujeres no toman decisiones de manera autónoma y desde una agenda de las mujeres, es decir, desde los derechos de las mujeres.
En consecuencia, se requiere que las mujeres que llegan a los espacios de decisión establezcan fuertes alianzas con el movimiento de mujeres y feminista, alcanzar mayor valoración de la política que hacen las propias mujeres y trabajar sobre la base de agendas propias que no se sometan a la agenda del partido.
Finalmente, la autonomía económica también es una demanda totalmente presente en las agendas de las mujeres, se disputa por mejoras salariales, calidad de empleo, erradicar el acoso laboral, entre otros problemas que impiden el goce pleno del derecho al trabajo. Por lo tanto, las mujeres tienen menos posibilidades de alcanzar una autonomía sobre sus decisiones, sobre sus cuerpos (primer territorio a liberar), sobre sus vidas.
La dependencia económica confina a las mujeres a la sumisión, al oscurantismo de su propia opresión, alcanzar la autonomía económica significa lograr “(…) la capacidad de las mujeres de acceder, generar y controlar ingresos propios, activos y recursos productivos, financieros y tecnológicos, así como el tiempo y la propiedad. Considera la división sexual del trabajo y la desigual organización social del cuidado” (Cepal, 2024).
Pese a los retrocesos, estancamientos y avances, nadie podrá negar que las mujeres históricamente construyen la familia y la sociedad, inciden en el espacio público y privado. Es importante revisar su historia, destejer los hilos que tejieron con mayor o menor sabiduría, y que les permiten estar donde están. Conocer el avance de su participación política permite comprender el sentido político de su trayectoria, incluso cuando ésta sea tan larga como la que se pudo observar en este artículo.
REFERENCIAS
Antelo E. (2000). Políticas de estabilización y de reformas estructurales en Bolivia a partir de 1985. Serie Reformas Económicas (62). Comisión Económica para América Latina y el Caribe. https://aprenderly.com/doc/1398244/pol%C3%ADticas-de-estabilizaci% C3%B3n-y-de-reformas-estructurales-e…
Aquelarre Rojo (2013). Historia de la opresión de la mujer. https://www.masas.nu/ cultura/historia%20de%20la%20opresion%20de%20la%20mujer–/historia%20de%20 la%20opresion%20de%20la%20mujer.pdf
Comisión Económica para América Latina y el Caribe [Cepal] (septiembre de 2024). Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. https://oig.cepal.org/es
Lagarde, M. (1996). Género y feminismo: desarrollo humano y democracia. Editorial Horas y Horas. https://repositorio.ciem.ucr.ac.cr/jspui/bitstream/123456789/259/1/ RCIEM226.pdf
Lamas, M. (2011). La perspectiva de género. Revista de Educación y Cultura de la sección, 47 (8), 25-32. Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) https:// www.ses.unam.mx/curso2007/pdf/genero_perspectiva.pdf
Klein S.H. (1999). Historia de Bolivia. Versión castellana de Josep M. Barnadas. Editorial Juventud.
Mansilla, H.C.F. (1980). La Revolución de 1952 en Bolivia: un intento reformista de modernización. Revista de Estudios Políticos, (17), 117-128. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Mercado, A., Leitón, J.G., Chacón, M.F. (2005). El crecimiento económico en Bolivia (1952-2003). Revista Latinoamericana de Desarrollo Económico (3). https://doi. org/10.35319/lajed.20050260
Subsecretaría de Asuntos de Género, Coordinadora de la Mujer (1997). Agenda política de las mujeres. https://www.bivica.org/files/agenda-politica-mujeres.pdf
Unión de Mujeres de Bolivia [Umbo] (1966). Orientación revolucionaria de Unión de Mujeres de Bolivia: primer Congreso Nacional.
Uriona, P. (2009). Los caminos de la paridad: mujeres, participación y representación en el proceso post constituyente. Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) y Coordinadora de la Mujer.